Saturday, January 17, 2009

Tengo mucho tiempo de no escribir absolutamente nada para la blog. Es más, ni siquiera la he revisado. Pero ahora me parece memorable lo que me esta sucediendo, y claro que lo es, puesto que al fin regresé a las aulas.

Después de largos años sin decidirme a regresar a las aulas, (8 para ser exacto) al fin decidí volver. Digo volver, no porque antes hubiera estado en esas aulas, no, de ninguna manera, lo digo de manera general. Estas aulas son nuevas para mí.

No se puede evitar tener miedo, el miedo al primer contacto, pero si tomamos en cuenta, que yo tengo por lo menos 4 años más de edad que el promedio de la población estudiantil, el hecho de tener miedo parece ridículo.

Algunas veces en mis adentros, escucho a las señoritas hablando de manera tan cursi, que se me olvida que estoy en una universidad y me siento en algo semejante a un jardín de niños, donde de un momento a otro saltarán los siempre nauseabundos TELETUBBIES (No sé si se escribe así, realmente no me importa como se escribe), y por la puerta entrará ese ridículo y detestable ELMO (El muñeco rojo o azul, creo que eso dependerá de si padeces o no, daltonismo). Porque es muy probable que en estos pasillos y patios del campus, ande caminando un Elmo real, que a lo mejor es un buen estudiante o uno pésimo, talvez sea un ladronzuelo en busca de victimas, el asunto importante es que tuvo unos padres tan insensibles y crueles que lo bautizaron con un nombre estúpido.

Otras veces me asusta el que esos cuatro años te hagan más mañoso, por decirlo de alguna manera, pues cuando alguien hace un comentario en doble sentido, no puedo evitar la risa, a lo que algunas caras expresan perplejidad, como si me dijera: «Loco, te estás riendo solo». Algunos pocos se ríen también, lo que hace muchos se rían, no porque hayan descifrado el mensaje oculto, sino porque la risa es contagiosa.

¿Soy más maduro que ellos? Difícil de responder, porque si bien esos cuatro años me favorecen respecto a experiencias, debo tener presente que algunos viven más experiencias que otros en un solo día. Por ejemplo conocí a un muchacho hace mucho tiempo con el cual discutimos sobre la vida, los eventos y demás situaciones cotidianas. Debo decir que yo soy casi 7 años mayor que él, pero cuando comenzó a relatarme lo que había sido de su vida a partir de los catorce hacia los diecisiete, no pude sino quedarme con la boca abierta. De riesgo en riesgo, de aventura en aventura. Todo un Indiana Jones urbano. Cuando me pregunto acerca de mi fascinante vida, solo acerté a decir: Tranquila, completamente tranquila.

Lo que puedo decir, es que estoy consciente de lo que cuesta ganarse la vida, quizás ellos más, quizás no. Uno de ellos me da la impresión de estar desaprovechando la oportunidad que se le brinda de estar en las aulas, su manera de ser, más que desenfadada es indolente y perezosa.

También puedo decir que mis sueños ya no son tan fantasiosos, ya sé que soñar es bueno, pero que se debe tener los pies sobre la tierra, no quiero que me pase lo que a Johnny Rockfort, quien termina diciendo: «J’ai jamais eu les pieds sur terre, j’aimerais mieux être un oiseau... »

Y como Peter Griffin dice: “That really grinds my gears” Lo que realmente me choca es, que las muchachitas estén apartando lugares para un montón de zánganos que llegan temprano y que luego deciden ir, quien sabe sabea a donde demonios y luego no se aparecen en las siguientes dos horas, mientras que un montón de personas deseosas de aprender deben permanecer de pie o en el suelo, porque no tienen un lugar. Es evidente que estos que llegan tarde, son trabajadores, lo se por los uniformes de restaurantes de comida rápida, de bancos, de estaciones de servicio, etc.

La clase no es una camioneta de pueblo donde pones tu sombrero o tu manta para apartar el lugar y ¡Ay! De aquel que decida quitarlo. Si llegan a la universidad para hacer cualquier otra cosa que no sea estudiar, que se vayan con todo y sus bártulos. Pero no, la fulanita le aparta el lugar a la menganita porque todos los demás son unos chusmas corrientes que no hablan como nosotras que venimos de un cole privado. Inmadurez, triste y expandida inmadurez, que según algunos se debe a la sobreprotección paterna, la cual estimula que se desarrolle en toda esta nueva generación el Síndrome de Peter Pan. Sea el tal o no, That really grinds my gears.